Psicología en Cádiz
Psicología de la alimentación
¿Qué es la psicología de la alimentación?
La psicología de la alimentación se dedica a estudiar y trabajar la relación que existe entre nuestras emociones y la forma en que nos alimentamos. Es decir, cómo nuestros pensamientos y emociones influyen en nuestra forma de comer y cómo los alimentos que consumimos impactan directamente en nuestro estado emocional.
Comer es mucho más que una necesidad de supervivencia, más que llevarnos comida a la boca para obtener nutrientes y generar energía.
Nuestra forma de comer, está influenciada por nuestras creencias, nuestra historia de vida, por las herramientas que tenemos para enfrentarnos a lo que nos pasa y para manejar nuestras emociones, por la sociedad en la que crecemos y la cultura en la que vivimos o por nuestra satisfacción con las diferentes dimensiones de nuestra vida, como pueden ser las relaciones personales, el trabajo, la salud física, la seguridad percibida o la relación con uno mismo.
Podemos decir que el acto de comer está condicionado mucho más por nuestros pensamientos y emociones que por la información nutricional que tengamos. La psicología de la alimentación se encarga de tener esto en cuenta, ya que es muy importante la sinergia entre nutrición y la psicología de la alimentación. A la hora de seguir un plan de alimentación, a pesar de que este esté perfectamente elaborado, equilibrado y personalizado podemos encontrarnos con dificultades y no ser conscientes de por qué aparecen. Además, estas pueden ser la causa de la frustración con el peso, conductas compulsivas, antojos, obsesiones o miedos relacionados con la comida.
¿Cómo saber si necesitas psicología de la alimentación?
¿Se te ha pasado por la mente alguna de las siguientes afirmaciones?
- Cuando comes ciertos alimentos sientes que no puedes parar.
- Siempre tienes hambre, comas cuanto comas, piensas que “no tienes fondo”.
- Sientes que si cedes a un antojo tirarás a la basura todo el esfuerzo que te supone comer bien, porque comerás demasiado, pero que si no lo comes no podrás dejar de pensar en ello.
- A pesar de sentirte saciado, sigues comiendo hasta terminar toda la comida.
- Estás deseando volver a sentir un poco de hambre para poder comer de nuevo.
- Esperas a dejar de sentirte incómodamente lleno para poder volver a comer.
- No puedes dejar de pensar en comida o en qué vas a comer después.
- Te invitan a un evento y no tienes ganas de ir, pero piensas que al menos habrá comida y eso es lo que te motiva o consuela.
- El aburrimiento, estar viendo la televisión o pensando en algo que te preocupa, te hace levantarte a buscar comida como un impulso automático.
- Cuando sientes nervios te da por comer, cuando estás triste se te antoja dulce o cuando tienes ansiedad comes de forma incontrolable.
- Comes a pesar de que te habías propuesto no comer ciertos alimentos.
- Comes alimentos o productos que sabes que te sientan mal porque no puedes evitarlo.
- Después de un mal día, sientes que lo que más vas a disfrutar es comprar algo de comer, que te lo mereces para quitarte el malestar, la ansiedad, la rabia, la frustración o la angustia.
- Tras un par de días haciendo dieta no puedes más y te encuentras devorando sin control por la ansiedad.
Es normal que las emociones, como aburrimiento, tristeza, ira, estrés, insatisfacción, cansancio o miedo, te influyan en tu forma de comer.
Un plan de alimentación no es suficiente
El problema no siempre es que hagamos una mala planificación de nuestras comidas o la falta de voluntad, el verdadero problema es que la comida nos genera una recompensa, un beneficio secundario más allá de llenar el estómago o de nutrir nuestro cuerpo y mente.
La comida se interpreta como placer, como un premio, como una forma de demostrar cariño, preocupación, deseos de mejora o agradecimiento a los demás y de recibirlo de ellos. Está presente en nuestras celebraciones y lo ha estado en los momentos más felices que recordamos con la familia y amigos.
Comer nos despierta sensaciones con las que es difícil competir. La comida es accesible, barata y produce un bienestar inmediato y muy satisfactorio.
Es difícil encontrar estrategias o herramientas que supongan poco coste (elprecio de la comida es bastante accesible, sobre todo de los productos ultraprocesados, que son los más placenteros a nivel cerebral), que requieran tan poco trabajo o esfuerzo por nuestra parte y que reporten beneficios tan rápidamente. Es por esto nuestro el cerebro lo interioriza como una estrategia útil y eficaz para manejar estados emocionales desagradables. Cuanto más usamos esta estrategia, más se refuerza la idea de que es la mejor opción y más fácil será que en el futuro recurramos a ella cuando nos sintamos mal.
Sin embargo, esta estrategia es útil a corto plazo, pero a largo plazo ya no es tan eficaz.
Inconvenientes de utilizar la comida como refugio
Utilizar la comida como un reforzador no nos ayuda a conectar con nuestras necesidades, ni a buscar solucionar los problemas, sino que nos lleva a taparlos y no prestarles atención, pudiéndose hacer incluso más grandes y pesados con el tiempo.
La “solución” es más bien un problema añadido que eliminado.
Al momento de sentir hambre y decidir qué comer entran en juego todos estos significados psicológicos. A su vez, al momento de sentir emociones desagradables, la costumbre nos lleva a recurrir a la comida sin plantearnos qué hay detrás.
Estas emociones son una manifestación de que algo está ocurriendo y la comida es la herramienta que, hasta ahora, se ha utilizado y ha sido eficaz.
Si no somos conscientes y pretendemos eliminar la estrategia que hasta ahora nos ha sido útil (por ejemplo, decidiendo hacer una dieta restrictiva para perder peso) sin aprender antes otras estrategias alternativas, será difícil que este propósito se mantenga en el tiempo.
¿Cuáles podrían ser estas estrategias alternativas que te ayuden a atender a tus necesidades reales?
Desde el punto de vista de la psicología de la alimentación, podemos darte estrategias efectivas para manejar las emociones cuando aparezcan y lograr un mayor bienestar.
Algunas de estas pueden ser:
- Reconectar con tu cuerpo y aprender a escucharlo.
- Reconocer tus emociones y entender la relación entre ellas y la comida.
- Conocer cómo se ha creado y cómo funciona en ti el uso de la comida como estrategia.
- Aprender a gestionar tus emociones.
- Comprender como funciona tu mente o recuperar la consciencia de tus sensaciones de hambre y saciedad, mediante la práctica de técnicas dedicadas a ello.
Comer es más fácil que todo esto, está claro, y lleva menos tiempo conseguir la recompensa, por eso es la estrategia que utilizamos. Pero, si decides que es momento de dejar de utilizarla, porque te está suponiendo más costos que beneficios y quieres aprender otras nuevas, un profesional de la psicología de la alimentación te puede ayudar a aprender y empezar a practicarlas. Esto te llevará a cambiar tu relación con la comida y contigo, a cambiar tus hábitos y, en definitiva, tu estilo de vida.
En Nutriendo-T, podemos ayudarte.